Por: Luis Palos
Ok, tenemos que hablar de temas importantes. Vivimos en una sociedad que nos impulsa a consumir constantemente. Desde los anuncios llamativos hasta las ofertas irresistibles del Buen Fin o el Hot Sale, todo parece diseñado para que gastes en cosas que muchas veces no necesitas. Y es que estas ofertas sin increíbles. Seguro te ha pasado: compras algo porque «te lo mereces» o porque «estaba en descuento», pero al llegar a casa te das cuenta de que quizá no era tan esencial. Aprender a diferenciar entre un deseo y una necesidad es clave para cuidar tus finanzas y evitar gastos impulsivos. Aquí te enseñaremos cómo lograrlo sin renunciar a disfrutar de vez en cuando esos pequeños «gustitos».
Empecemos por lo primero. Una necesidad es algo indispensable para tu bienestar, como pagar la renta, la comida, o el transporte. Sin ello, tu calidad de vida se ve seriamente afectada. En cambio, un deseo es aquello que te gusta, pero que no es imprescindible, como esa ropa de moda, un café gourmet diario o el último gadget tecnológico. Ok, no se trata de satanizar los deseos. Ambos son válidos, pero es importante dar prioridad a las necesidades. Y si es posible, un “gustito” de vez en cuando no está mal. Por ello, hay que identificar cuándo es mejor decir: ¡basta!
Si sientes la urgencia de comprar algo sin haberlo planeado, es probable que sea un deseo. Hay que tomarse un tiempo para reflexionar antes de comprar impulsivamente lo que sea.
¿Compraste porque estaba en oferta, aunque no lo necesitas? Eso también es un deseo disfrazado de oportunidad. Aunque el precio sea bueno, no siempre es indicador de una necesidad. Y es importante reflexionar.
Revisa tu clóset, tu departamento. Si tienes cosas que compraste y apenas usas, es porque probablemente las adquiriste solo por capricho.
Si el entusiasmo de comprar dura solo un instante, pero luego sientes arrepentimiento, seguramente fue un gasto innecesario. Y pasa muy seguido. Te entendemos.
Esto ayuda bastante, ya que evitas pasar por departamentos en los que tendrán tentaciones. Define claramente qué necesitas antes de salir de casa o abrir una tienda en línea.
Si ves algo que deseas, espera un día antes de decidir si realmente vale la pena comprarlo. Pensar con la cabeza fría es la mejor manera de evitar actos impulsivos que quiebren tus finanzas.
Asigna un porcentaje mensual de tus ingresos para darte pequeños gustos sin afectar tus gastos esenciales. ¿Cuál es el presupuesto destinado sin que afecte tus finanzas mensuales?
Pregúntate: “¿Esto me hará feliz a largo plazo o solo es un capricho momentáneo?” Así evitarás gastar en cosas que de verdad no necesitas y no vas a utilizar.
Darte un gustito de vez en cuando no está mal, pero la clave está en hacerlo de manera consciente y equilibrada. Aprender a diferenciar entre lo que realmente necesitas y lo que solo deseas no solo te ayudará a mantener tus finanzas saludables, sino también a valorar más cada compra que haces. Recuerda que el objetivo no es privarte, sino tomar decisiones financieras inteligentes. ¡Te deseamos éxito en el cuidado de tus finanzas!